No sé si han notado alguna vez una presión en la garganta, una sensación de ahogo provocada por la angustia que no te deja tragar saliva, que te cierra la glotis. Es algo que ocurre en una situación de estres, provocada por nervios, miedo y otras situaciones similares que no somos capaces de controlar. Nunca me había ocurrido en el cine hasta que vi La Herida. Y es que si tuviera que atribuir a la película un adjetivo rápido y visceral sería el de agobio. Olvídense del Dogma y sus encuandres cámara en mano, no estamos hablando de lo mismo. Fernando Franco envuelve el guión en el personaje de Ana metiéndonos esa desazón en el cuerpo a través de un texto implícito, primeros planos herméticos -casi tanto como la que los ocupa- un predominio de la luz natural y una interpretación, la de Marian Álvarez, magistral, por la que se llevo el premio especial del jurado a la mejor actriz y el Astor en el festival de Mar de Plata.
La Herida es un film frío, realista, que convierte lo desconocido en cercano y que consigue centrar la atención del que la ve sin adornos y esfuerzos monetarios. La película que comenzó como un proyecto documental para intentar dar un enfoque sobre las enfermedades mentales y que finalmente se convirtió en una ficción no pierde su propósito inicial y aproxima al espectador a la cuesta abajo sin freno de su protagonista, con una estética más próxima al género que se propuso que a la dramática.
Franco narra la historia de una mujer de 28 años que, aunque plenamente satisfecha con su vida laboral como auxiliar de transporte sanitario, tiene problemas a la hora de relacionarse en sociedad. Ana sufre un Trastorno Límite de la Personalidad que le lleva a encerrarse en si misma, a autolesionarse y sufrir en silencio el dolor que le provoca enfrentarse a su vida y a los que forman parte de ella. Cuando cae la noche el alcohol, las drogas y el sexo sin sentido se convierten en su vía de escape. Frustrada por una relación rota y una situación familiar nada halagüeña, la protagonista busca alivio en su propio dolor, autodestruyéndose y olvidándose de si misma.
Tal y como explicó su director cuando el largometraje fue presentado en la última edición del festival de cine de San Sebastian, el guión de ficción es el resultado de un documental fallido. Franco decidió cambiar el rumbo del proyecto al conocer de la mano de especialistas que era contraproducente para los pacientes verse protagonistas de sus propios trastornos además de que la presencia de las cámaras podía adulterar su comportamiento.
La Herida no es una película de fácil asimilación. Y ya no por conocer todo lo anterior sino porque su carácter minimalista, intimista y personal puede dejar frío al que la ve, inquieto, atascado en su visión -como intentaba explicar más arriba- pero lo que no creará es indiferencia y de ser así será porque la situación inicial o preconcebida de la cinta habrá sido capaz de corromper la idea sobre esta. No tienen que tener unos ojos curtidos en el tema, tampoco tienen porque saber de qué va todo esto de las enfermedades mentales; el film es una aproximación a todo lo anterior a la par de valiente y psíquico, muy psíquico.
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